
Confesión de mamá N° 16: cuando perdemos el asco
Cuando una es mamá, el panorama cambia de tal manera, que las cosas que antes una hacía ya no se hacen. O lo que antes daba asco, ya no genera ningún disgusto.
Hay algunas cosas relacionadas a esto que sí merecen contarse, para que de esa manera las futuras madres puedan actuar con un poco más de conocimiento de causa frente a acontecimientos que antes se veían como esporádicos, que luego de dar a luz, pasan a ser más que cotidianos:
1.-muchas cacas
La cantidad de caca que limpies estará directamente relacionada con el tipo de leche que tome tu pepito. Si tu bebé toma pechuga, hay que prepararse para limpiar mucha caca, muchas veces y muy líquida. Si se alimenta de tarro, la cantidad de caca será menor y no tan liquida, porque este tipo de leche tiende a “trancar” a los bebés, por lo que eso de tomar leche y hace caca automáticamente no pasa casi nunca en este caso, lo que es bastante agradable en la madrugada, cuando no hay necesidad de mudar a nadie. Sin conocer mucho el tema de la LME porque por acá no se dio, he visto las peores cacas de bebés que toman tetita.
En el caso del pepi, siempre ha tenido buena digestión, pero como él tomó relleno desde los 10 días, fue bastante mesurado con su caca. Otra cosa es cuando comienzan a comer. La llegada de la fibra en la dieta, se nota en el primer pañal. Y si tienen la suerte de tener un hijo con buena digestión como yo, sabrán, con creces, que las ciruelas no serán parte de la dieta habitual, sino, se los devolverán del jardín por estar con diarrea, como me pasó las dos veces que el pepi probó una ciruela seca.
Sea el caso que le toque, asuma que con hijo, la caca es parte cotidiana de la vida, y bien habitual, y MUY abundante.
2.-mocos por doquier
Los mocos es otro elemento que también viene aparejado con la maternidad. Lo que se complica cuando la nariz de un RN es tan chica. Y si son alérgicos sus hijos, afírmense, porque la producción semanal, es al por mayor. En este caso, limpiar mocos con lo que se encuentre a mano, es pan de cada día, hasta el punto que, en esta casa, mi hijo me exige que le limpie la nariz con papel. Es que en la calle le limpié tantas veces con la mano, que se aburrió.
Aquí en casa, los mocos están a la orden del día, como un grifo que no cierra bien, y si algún momento esto se frena, llegan los infaltables mocos secos, que pucha que cuesta sacar. En mi caso, con un enano con nariz chica, es doble trabajo, porque le molestan para respirar y hay que sacarlos. Si bien hay mangueras para sacarlos, ya no me aguanta que la use. Sí usamos los famosos spray nasales para poder ablandar esas rocas que le salen de la nariz. Por eso una de lo que más escucho acá es “mami, tengo mocos”, lo que me recuerda mirar mi ropa con detención, porque siempre hay alguno escondido por ahí, como mirándome.
3.-vómitos de exorcista
El famoso reflujo es tan cotidiano, que quien lo sufre sabe lo que es estar pasado a leche cortada y a tener un bolso LLENO de ropa.
A esto le tengo un respeto único, porque ahogarse con vómito, son palabras mayores. Por eso, si puede comprarse un cojín que permita que su hijo duerma un poco más sentado, hágalo.
En el invierno el tema se pone peor, porque los famosos virus atacan a nuestros peques y el vómito es algo casi marciano, que nos hace preguntarnos cómo un ser tan diminuto y delicioso es capaz de producir semejante cantidad de líquidos.
Yo doy gracias que el Rena ha vomitado, creo que tres veces, pero lo compensó con toda la caca que hizo.
4.-Cualquier lugar es un baño
Usar pañales tiene mucha ventajas, si el niño se hizo caca, se muda en un rato más, si tiene pipí aguanta un poco más. Pero diferente es cuando los niños ya hacen sus necesidades solos, porque si escuchas las palabras mágicas “mamá, pipí”, o “mamá, caca”, una debe dejar de hacer automáticamente lo que está haciendo, porque las ganas en los niños son casi inmediatas, a veces aguantan tanto que cuando quieren ir, REALMENTE quieren ir. Y les da lo mismo si es en la calle, en el doctor, en un lugar importante, en plaza como me ha pasado varias veces, simplemente deben ir, aunque una no tenga ni una servilleta usada en la mano, caso en el cual he sabido que muchas madres han sacrificado un calzón o calzoncillo, para limpiar potos en lugares que no son los propios para hacer caca.
5.-Babas y más babas
Cerca de los tres meses los bebés empiezan a salivar, es algo propio del crecimiento. Lo recuerdo como si fuera ayer, al punto de haber lavado más de 20 baberos en un fin de semana. Es que el Rena muy chico fue una máquina de producir baba, lo que afortunadamente duró pocos meses y no se repitió con la salida de los dientes.
Es más, creo que dejamos de usar baberos bastante pronto. Es verdad también que hay niños que son más babosos que otros, a los que, si se les pagara por la producción, serían millonarios.
Por eso en estos casos hay que tener muchos baberos a mano, por todos lados, acompañados de los famosos tutos, para poder frenar, en parte, tanta baba que se asoma, que deja a todos con la cara tiesa cuando uno se acerca a saludar al bebé y darle besitos. Podríamos usarla casi como tratamiento de belleza.
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