
Cuando supe que mi alisado no era real y mi pelo un rebelde
De chica he tenido siempre mucho pelo.
Recuerdo que mi mamá me hacía un moño tan tirarte, que le dolía la cabeza cuando me lo sacaba en la noche. Mi pelo era muy fino y se enredaba fácilmente, por lo que mi mamá me peinaba y me peinaba…Y me peinaba.
Un día, siendo más grande, me aburrí del moño tirante y la chasquilla, y me solté el pelo. Ese día me di cuenta que no tenía el pelo liso. Y empezaron a aflorar algunos rulos de color cobrizo.
De esa manera, dejé de peinarme, porque, quienes saben, el pelo crespo NO se peina, porque si se hace, una parece escoba y no es nada glamoroso.
Así, partió mi periplo en búsqueda de algo que permitiera verme “peinada” sin estarlo. Y recuerdo que en esos años, hace muchos, la marca Sedal lanzó una crema para peinar verde, que respondía al nombre de “rizos definidos”, y que probé de inmediato. Antes, había usado mousse, gel, otras cremas y ninguna me gustaba. Cuando conocí ésta, me cambié de inmediato, porque pude ver al instante el acabado que le dejaba a mi pelo: ni tan desordenado ni tan crespo. Además su olor es muy agradable.
La versión rizos definidos tiene microcápsulas que se activan cuando se toca el pelo, lo que mantiene los rulos definidos por más de 24 horas.
Así, todos los conchos de las diversas cremas que había probado, los boté y me casé con ésta, porque en realidad me fascina y sufro cuando no la encuentro en el supermercado, cosa que me pasa casi todos los meses, porque es la primera que sale.
Si no encuentro la verde para rulos, compro la otra verde “crecimiento saludable”. Si bien no me deja el pelo igual, es mejor que estar con el frizz de león que tengo al no aplicarme mi preciada crema.
Es tanto el amor por ellas, que tenemos en los dos baños y cuando se acaba una, robo la del otro baño y así nos vamos peleando por quien usa el último “conchito”, antes de dejar el envase en la caja del reciclado.