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Psicología: la rutina en los niños

Agradecemos a nuestra amiga Ros Rodríguez por esta nueva colaboración.

“La rutina sí hace la felicidad… ¿O no la hace?”

Este mes, a propósito de algunos comentarios que oí, me surgió la duda de si crear una rutina en los niños hace la felicidad… así que me puse de cabeza a leer, buscar estudios, investigaciones de alguna universidad o centro de estudios, y la verdad, es que encontré poco y nada que relacionara estas dos variables. Sí sería interesante tal vez hacer un estudio asociado, pero está difícil medir la “felicidad” en los niños. Es un poco volátil, variable, tal vez difícil de medir. Pero hay algo que sí es más concreto, y se relaciona con la rutina, en donde si hay estudios que avalan su incidencia, y eso es la conducta.

 

“La Isa es mañosa, es tímida, como que no se da con la gente. Cuando no le gusta algo se tira al suelo y no hay que calle sus gritos. Cuando quiero que se vaya a dormir no hay caso, hasta me vomitó un día en la cama de tanto llorar y gritar porque no quería irse a dormir. Es super porfiada… Si en lo único que no me pone problemas es para comer. Puuuuu, se come todo todo, siempre ha sido así. Pero si un poquito de eso lo tuviera para lo demás, sería un ejemplo de niña!”

 

Así describe Mariana a su hija Isabella de 4 años. Viene a la consulta porque está cansada, agotada, no sabe que tiene “la Isa”, y en el jardín, al cual entró hace pocos meses, las tías la llaman semana por medio para hablar sobre “su conducta”.

 

Hasta aquí no se entiende nada. Y es que a todas luces pareciera ser que la Isa es mañosa solamente. Como psicóloga me rehuso a que un paciente use la palabra “maña” para describir la conducta de alguien, porque detrás de ese calificativo, siempre hay algo que “corregir”, porque también siempre hubo algo que se aprendió, y se “aprendió mal”.

 

Entonces, entramos en la vida de la Isa, su casa, su familia, sus amigos, la “cultura familiar” y todo lo que hacen y no hacen.  La familia es bastante “relajada” en todo ámbito de cosas, son muy sociales, les gusta hacer asados, ir a la casa de los Gómez, los Márquez y los Arriagada cada vez que pueden. Las horas dan igual al momento de levantarse y acostarse, ya que los papás tienen un negocio familiar y trabajan “desde casa”. Cuando la Isa nació, tenía un peso normal, pero al pasar pocos meses comenzó a estancarse en el peso y luego a bajar. La pediatra activó la alerta, la Isa estaba perdiendo demasiado peso a pesar de que tomaba “pechuga” a libre demanda y era necesario comenzar a establecer horarios para comenzar su alimentación sólida. Mariana y su marido se asustaron demasiado “todavía me acuerdo cuando nos digo que la Isa estaba en estado crítico y que cualquier virus mínimo podía mandarla hospitalizada, en ese momento sentí que transpiraba helada, casi me muero”. Y así comenzaron, a ser muy rígidos en los horarios y en el tipo de alimentación que debía consumir la Isa. Ella recuperó el peso y hasta ahora es una niña que come sin problemas, super acostumbrada a los horarios.

 

Después de conocer toda esta historia me puse a estudiar el caso, y ahí pude ver que lo único “ordenado” en la vida de la Isa son sus rutinas para comer, y es justamente en lo único que no pone problemas, que “anda como reloj” y no “mañosea”. ¿Será pura coincidencia? No. Está comprobado que las rutinas impactan positivamente en la conducta de los niños. Pero algunas mamás irán al ataque diciendo “pero cómo!? Si yo he intentado enseñarle a que duerma sola y no hay caso, se porta pésimo cuando la llevo a su cama”, y ahí contra argumento yo: estar en proceso de “enseñarle” una rutina a los niños, no es igual a que los niños ya tengan “establecida” una rutina. En términos simples el camino es pedregoso muchas veces, pero cuando llegas a puerto es increíble la satisfacción, las canas verdes que te ahorras y cómo se te puede hacer mucho más fácil la vida! Así que: a intentarlo!!

Trata entonces establecer horarios para que se levante, para que coma, para que se acueste… intenta, sobretodo que las cosas más difíciles o que menos le gusten, estén “pauteadas” y así te evitarás bastantes “por qué” y también bastantes actitudes de sorpresa y reticencia a hacer las cosas, y esto básicamente porque ya sabrán a qué van y cómo se hacen las cosas en ese momento. Que pataleen porque no les guste (como levantarse temprano para ir al colegio) es otra cosa, lo que queremos evitar aquí es la sorpresa y el mal genio porque en su fantástica mente ingeniosa pensaron que en ese momento irían a jugar o seguirían durmiendo. Pero, como siempre les digo, en el equilibrio está la ciencia de todo. Se también flexible, permite que sean capaces de “adaptarse” a nuevos contextos, nuevos escenarios y acontecimientos. La vida no es cuadrada ni podemos planificarla tanto como muchos quisieran…

Entonces como conclusión, aún no sabemos a ciencia cierta si la rutina hace felices o no a los niños… pero si lo analizamos, sólo por sentido común, los niños que no andar “rabiando” todo el día, ni lloran a menudo por temor a los cambios, debieran ser considerablemente más felices que aquellos que no saben a qué atenerse. Y por ende, sus padres también. Así que podríamos decir que la rutina impacta positivamente en la felicidad de toda la familia! Más lindo aún, verdad?

 

 

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