Las-rabietas-o-pataletas

Psicología: pataletas

Nuevamente nuestra amiga psicóloga Ros Rodríguez nos ayuda con un tema tan común para las mamás de pepis pequeños: las pataletas.

También les contamos que Ros es terapeuta floral y trabaja con niños estos temas. Yo le dado flores al Rena y he tomado yo, con muy resultado.

Qué niño más malcriado!!

Estamos en el supermercado. Vamos solas con nuestro hijo de casi 2 años porque justo nuestro marido se fue a una pichanga de sábado en la mañana, así que decidimos ir en paralelo a comprar algunas cosas ricas para comer al almuerzo. Hasta ahí todo bien porque ya comió, lo mudamos, se fue en el auto viendo sus monitos animados favoritos y parece andar “de  buenas”. Los pasillos de la fruta y verdura: check! La carne, los pollos, jamón, queso. Pasillos de abarrotes, todo ok! Al parecer vamos a salir airosas de esta visita! Y llegamos a la última parada: el pan. Estamos tan felices que hasta unos pastelitos vamos a llevar, y cuando se los pedimos a la niña del mesón empezamos a sentir una leve queja… “ya mi amorcito, tranquilo, si ya nos vamos a la casa”. Y esas palabras parece que fueron el switch para prender los parlantes. Como un dimer en aumento, comienza el llanto. Lo tomamos en brazos “shhht, shhht, ya gordito, ya nos vamos”, pero con cada palabra, el llanto aumenta. Tironeos a nuestro pelo, a nuestra ropa, contorsionismo al más puro estilo del exorcista. Lo dejamos en el piso y ¡al suelo! En ese momento no sabemos si nos importa más que nuestro hijo lo esté pasando mal, o “la plancha” al ver como todos los ojos se vuelven hacia nosotros con frases como “pobre niño, como la mamá no lo calma”, o “ay que niñito más malcriado!”.

Seguro que esta historia te parece conocida, tanto si tienes un bebé de 2 meses, como un niño de 2 años, de 4 o hasta de 6. Y, lo lamento, pero seguirá siendo conocida para prácticamente todos los padres.

Con esto no quiero desalentarlos, sino que comprendan un poco más porqué sucede, cómo podemos aminorar estos “problemas” y así llevar la fiesta en paz, o al menos con algo de paz.

Hasta el año, la pataleta probablemente no sea una pataleta en sí, sino será un llanto. Más fuerte o más suave, con pucheros en la cara, con patadas dentro del coche o con contorsionismo, pero llanto al final. Si bien puede desesperarnos porque no sabemos qué le pasa, ten claro que no es por “manipulación” o “malcriado”, las guaguas tan chicas tienen una forma natural de expresar sus necesidades físicas o emocionales, por tanto aquí tu rol es ir chequeando la lista: hambre, sueño, frío, calor, molestia (por ejemplo tiene una etiqueta en la ropa o le aprieta), hay que cambiarle el pañal, o bien, está aburrido o tan solo necesita contacto físico. Sí! Porque las necesidades emocionales son también muy importantes para un bebé.

Ya cercano a los 2 años, comienzan las reales pataletas. Pero no te desanimes. A contar de los 4 años ya comienzan a desaparecer. Esto no significa que a los 5 o 6 años tu hijo no va a llorar o no va a encerrarse en el baño “amurrado”, pero sí implica que será más fácil hacerlo “entender” y que el escándalo no va a ser tan terrible como a los 2 ó 3 años.

El tema es que las pataletas son “inevitables” y a la vez muy importantes, porque son la forma que tiene el niño para manifestar sus emociones y a la vez es la única forma de que aprendan a regular tanto la rabia como la frustración. Así que más que verlo como un problema, velo como la oportunidad que tienen de enseñar a tu hijo o hija a adaptarse a los entornos y regular sus emociones siendo lo más asertivo posible, cosa que en un futuro le será tremendamente favorable para enfrentar la vida.

Ahora, si bien trabajamos bajo el supuesto de que las pataletas son inevitables (o sea, que si o si van a aparecer en la vida de un niño) lo que sí se puede hacer es reducirlas con sencillos pasos y algunas técnicas.

Lo más importante frente a una pataleta es ponernos en el rol de padres. ¿Qué significa eso? No significa gritar, mandar, imponer, sino demostrar que somos adultos, es decir, personas centradas, capaces de autoregularnos y no hacer escándalos dónde ni cuándo no se debe. Así que CALMA! Esa es la primera estrategia, y la que a muchas madres les cuesta. Enojarnos, alterarnos, temblar, llorar, correr, gritar, lo único que hará es alterarte más a ti y también a tu hijo, por tanto la maña o pataleta no va a cesar fácilmente bajo ese escenario.

 

Otra buena técnica para ciertos niños, sobretodo menores de un año, puede ser distraerlos. Los niños más pequeños se distraen fácilmente y se encantan con las cosas nuevas o llamativas, por lo que es más fácil hacerlos cambiar el foco. Lógicamente si el llanto es por una necesidad básica insatisfecha como hambre o sueño, la distracción no durará mucho, así que ojo con eso. Ahora, con niños más grandes (sobre 1 o 2 años) suelen funcionar propuestas inmediatas que atraigan al niño, es decir, si le ofreces unos chocolates cuando lleguen a la casa, es probable que el niño no te haga caso, o bien después se le olvide lo que acordaron, pero si le propones algo inmediato como por ejemplo “hagamos una carrera a la caja del supermercado” o “a ver quién encuentra el pasillo de los juguetes primero” podría funcionarte. Ojo, no intentes hacer esto cuando la pataleta ya se desató, es súper importante ir monitoreando el estado de tu hijo. Siempre podrás prever un berrinche observando ciertos gestos y sonidos.

Otro sabio consejo que aprendí fue “no des tanta explicación”. Si bien es bueno conversar con los niños frente a una “maña”, a veces tanto detalle puede jugar en contra por muchas cosas: el niño no te va a entender todo, va a perder el hilo de lo que le explicas, te preguntará y contra preguntará por qué, etc. Entonces, en ocasiones lo mejor es establecer límites claros y una justificación corta y precisa, que no de espacio a cuestionamientos, que se entienda que los padres son la autoridad y son los que ponen los límites. Los niños son los que acatan y  en la medida que van creciendo se pueden ir “democratizando” las reglas de la casa pero, “raya pa’ la suma” los papás siempre serán los papás.

Y una última recomendación: EVITA. Si sabes que tu hijo se pone mañoso con el calor, le da sueño después de almuerzo, sabes que no te es fácil lidiar sola con él y tienes que ir a hacer un trámite al centro de Santiago, no lo lleves a las 3 de la tarde. Anda cuando esté más fresco, procura que ya haya dormido una siesta e invita a tu mamá, tu hermana, la niñera o una amiga para que te apoyen en caso de una eventual pataleta.

Y así… en términos generales evita los escenarios que propicien los berrinches para reducirlos lo más que puedas, y cuando te enfrentes a uno míralo como una forma de enseñar a tus hijos a autoregularse emocionalmente, además de tomarlo como un desafío que te permitirá conocerlo mejor, entender cuáles son sus motivaciones y sus principales necesidades. Eso sin duda ayudará muchísimo a fortalecer el lazo madre/padre e hijo/hija.

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  1. Febrero 20, 2017

    CALMA, es verdad que respirar y ver la situación desde lejos sirve. Ponernos en el rol de padre, del adulto en la situación requiere de esta calma y a veces cuesta pero vale la pena si no quieres que la situación se repita eternamente. Yo pienso que estoy sembrando para que más adelante las pataletas sean más habladas, trato de preguntarle ¿porque estás enojada? y así comenzar a conversar con ella.

  2. Pingback: Pataletas infantiles y qué hacer frente a ellas - Mamidatos

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