
Tabla de refuerzos y lo que trae aparejado su uso
¿Sirven realmente las famosas tablas de refuerzos?
Ros Rodríguez nuevamente nos colabora con su columna de psicología, esta vez, referente a los pro y los contras de las tablas de refuerzos.
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Tabla de Refuerzos o Cuadro de Incentivos
Hace un tiempo veía en Instagram – mi plataforma de trabajo y RRSS favorita- un proveedor que ofrecía tablas de refuerzo para los niños.
¡Lindas! ¡Preciosas! Hasta yo me habría tentado por su diseño. Además, qué buen método de hacer que mi hijo haga las tareas, se lave los dientes…
Bueno, la verdad es que yo soy bien reacia a estas tablitas pero las “tolero”, hasta que vi que le daban premio a los niños por cosas como comer, comer brócoli, comer verduritas, etc.
Siempre he creído que premiar a la gente por hacer bien las cosas es un método tan poco válido como ético. Si nos comienzan a premiar por hacer el bien, cómo haremos el corte entre hacer el bien por un fin altruista y porque nos llena el alma y hacerlo para ganar un premios y ganar los aplausos del resto?
Estas tablas en ocasiones también incluyen castigos, y me parece tan mal como reforzar por cosas que debemos “aprender a hacer” por el solo hecho de amar nuestro ser y querer vivir en una sociedad mejor.
En resumen, con premios y castigos lo único que vamos a lograr es que un niño haga lo que los adultos queremos, pero sin entender en fin verdadero. Además, lógicamente, de generar, por lo mismo, una carga negativa en la acción.
¿Por qué? Porque se ve como algo que únicamente debiera hacer con el objetivo de ganar algo, o bien, de evitar una semana sin televisión o 1 hora encerrada en mi habitación. Algo tan estimulante como aprender a comer de forma sana, entretenida y equilibrada, aprender sobre la importancia de las verduras y cómo nos ayudan a nutrir nuestros cuerpos, a tener más energía y a no enfermarnos, pasará a ser un mero trámite cuyo fin último es que a fin de año nos regalen una consola de juegos o una Tablet.
Otro “pero” de este famoso y bullado sistema es que los efectos que producen estos refuerzos son muy poco duraderos, por lo general se mantienen mientras dura el “juego”, el tiempo de recompensas, y los premios. O bien mientras dura el sistema de castigos.
Un ejemplo sencillo que siempre saco a colación y que funciona con nosotros los adultos: nuestro trabajo. Supongamos que tenemos un trabajo tradicional, de esos que funcionan de lunes a viernes, de 830 a 18 horas, con una hora de colación entre medio. Si bien se relaciona con la carrera que estudiamos, no es de nuestro gran interés, al punto que el domingo al caer el sol ya comienza la sensación de “que lata, mañana es lunes”. Pero el lunes llega inevitablemente, y debemos enfrentarlo. Nos levantamos a duras penas, pasamos por la congestión de gente en las calles, llegamos a revisar el mail, reuniones, informes, presentaciones, y así de lunes a viernes hasta fin de mes. Y en ese último día hábil y preciado de cada mes “canta Gardel” y nos llega nuestro “premio”. Llevamos así meses… digamos inclusive que años. Realmente te parece que el hecho de recibir ese “premio” a fin de mes, hace que el trabajo sea más placentero para ti, que tenga más sentido, y seguirías haciéndolo a pesar de no recibir tu premio a fin de mes? Me parece que rotundamente NO.
Ahora vámonos al extremo opuesto. Estudiaste la carrera de tus sueños y entraste al mercado laboral pero a pesar de tu premio a fin de mes es algo que no te llena. Tu familia desde pequeño te enseñó a hacer “lo que te gusta” y lo que realmente calce tus valores y metas en la vida, así que decides juntar dinero un par de año y te lanzas al estrellado (llamado comúnmente “emprendimiento”). Armas tu propia empresa y te cuesta, recibes más “castigos” que premios, es decir, más puertas que te cierran en la cara tanto el banco como algunos prospectos de clientes. Y los primeros fines de mes Gardel canta débil y sin ritmo, pero como es tu sueño, tu pasión, y entiendes y sientes perfectamente el fin de este nuevo proyecto, sigues adelante contra viento y marea – mientras te de para vivir, claro-.
Ahora que he intentado hacerlo más gráfico para dejarlo claro te preguntarás: entonces cómo le enseño a mis hijos si no es en base a premios ni a castigos? Cómo van a entender y a hacer las cosas que son realmente buenas pero que no les gustan? Y adivinen cuál es la respuesta –los que han leído mis escritos anteriores seguro ya la sabrán- PACIENCIA!
Los niños no son “animales”. Muy probablemente nuestro perrito entenderá a punta de palmotazos en el hocico o en la cola que no debe abrir la basura de la cocina, porque ellos no conocen ni usan el lenguaje verbal, pero si la corporalidad y los tonos de voz. Mientras que nuestros hijos comenzarán a utilizar poco a poco la verbalización para entender y funcionar en este mundo, y esta es una gran forma de ayudarles. Debemos enseñarles desde pequeños el sentido del sí y del no, del bien y del mal. Un niño debiera “portarse bien” porque sabe y siente que es lo mejor. Debiera ayudar a su amigo que se cayó porque entiende el valor del otro, y debiera compartir sus juguetes y su comida por lo mismo. Todo tiene una razón de ser, y el premio y el castigo parecen taparla como una aspirina al dolor de cabeza.
Sabemos que lo más rápido y sencillo es dar un premio si comió o se lavó los dientes, y tirarle las orejas o dejarlo en su habitación encerrado si le pegó al perro o no hizo su habitación. Pero con estas medidas no estamos enseñando que si comes bien vas a nutrirte, sentirme más fuerte y evitar enfermar, ni que si te lavas los dientes evitarás tener dolor de muelas y pasar por el dentista. Tampoco le están enseñando que al perro no se le pega porque es un ser vivo tan respetable como tu mismo hijo, ni que la habitación se ordena por el simple hecho de ser limpio, organizado, que es más “rico” estar en un lugar donde esté todo bonito, donde sepamos donde están las cosas ordenadas, y que son costumbres de un buen vivir. Si explicas esto y metes –antes o después- los premios y los castigos, automáticamente todo tu discurso valórico se irá a la basura y tomará el rol de una “simple excusa” para dar razón a tu accionar.
Así que padres, una vez más los invito a invertir amor en nuestros niños a través de la crianza, a transmitir más valores y a criar con más conciencia.
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